lunes, 22 de septiembre de 2008

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Seran muy pocos o acaso ninguno , los que lean esta parte y las q le siguen . ya no leemos , ya no escuchamos .... ( saquen y eliminen a esos tontos de su rock and roll ....)
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En estos años, Charly vio crecer como músico a Migue, que primero formó parte de A-Tirador Láser y después editó su primer disco, Quieto o disparo. Justo después de ese lanzamiento empezó la gran batalla. Doméstica, familiar, discográfica, musical, ética. Charly tiene un contrato con el sello EMI por tres discos. En 2002 entregó Influencia, en 2003 Rock and roll yo. En el medio, el sello contrató a Migue. “Ni siquiera tuvieron la deferencia de decirme que habían firmado con Miguelito. Era una cuestión de cortesía, de educación.” De ahí en más, escalada y confusión: Charly presiona para que su hijo no toque en el Gesell Rock, lo consigue, y da su propio concierto de cuarenta minutos con dos horas de retraso. Kill Gil aparece online y algunos fans creen que lo colgó Migue, en una evidente puñalada por la espalda; Migue y Charly se pelean violentamente, con cuchillos, y el padre se va de la esquina de Santa Fe y Coronel Díaz al hotel Bauen (de donde lo echan), al Hotel Faena y finalmente a una clínica, donde le hacen un chequeo. Todo con apenas una bolsa como equipaje. Ahora al menos se toleran en el mismo inmueble. Se dice que Charly quiso vender el departamento donde vive Migue, dos pisos debajo del suyo, para tratar de paliar su crisis. El padre no habla de eso. Pero sí contesta qué le molestó tanto de Migue-músico.
–Yo seré un loco pero, como ya dije antes, creo que la música no es para hacer plata. Gran parte de la gente joven que hace música ahora lo hace exclusivamente por la plata. Y eso me sublevó de Miguel: que no haya entendido el chiste. No nació de un repollo, digamos. Con los viejos está todo bien y con los pendejos también, el problema son los del medio. Una vez le dije: “Si hacemos el mejor disco del mundo, ¿te copás, aunque no venda nada?”. Me dijo que no, y le dije: “Sos un pelotudo”. Primero, porque el mejor disco del mundo no puede no venderse. Y segundo porque si no tenés ningún ideal, ¿qué música puede salir? Antes se trataba de tener algo para decir, de una búsqueda, no de contar cómo conociste a una minita una tarde de lluvia y la querés mucho y son novios. Eso es todo para ellos. Es increíble. Se fue todo al carajo. Ni hace falta saber música, aunque estaría bueno que sepan música, pero en fin... Con idealismo, aunque sepas tres tonos, eso es rock.
– ¿Por qué creés que hay tanto conformismo?
–Lo que voy a decir ahora puede parecer fascismo, pero no lo es, nada que ver. La situación de que haya un enemigo claro, y que te tengas que jugar por algo, hace la hamburguesa de la canción. El arte era mejor cuando estaban los militares. Yo a Videla le dije en la jeta: «A vos no te gusta la música que yo hago, pero a tu hija sí». Yo a ese tipo le gané, ahora no puede salir y está encerrado bancándose la cara de orto de su mujer. ¿Y para qué le gané? También para que el rock argentino sea mejor, para que creciera. No sirvió para nada.
– Hay enemigos, sin embargo.
–Sí, pero diseminados. El enemigo está en los celulares, está en la gente, ahora todos son botones. Y lo global es el enemigo. Lo que es global no sirve para un carajo. El castellano neutro es una mierda. Lo neutro es una mierda. Aquel clisé que dice “pintá tu aldea” terminó siendo cierto.

El primer encuentro con Charly se extiende después de la medianoche, y él se la pasa dibujando mientras escucha su disco. Con una lapicera hace cinco estrellas y firma “Yoko Ono”, porque ella le dijo que Kill Gil merecía ese puntaje. Dibuja pentagramas, rompe un extraño libro de fotos de presidentes argentinos que parece una publicidad oficial –y que él intervino con collage y consignas– y lee un cuento –enviado por un fan– que él protagoniza como Satanás y que le gusta mucho. Es preferible que dibuje, porque parece tranquilizarse: por teléfono, antes del encuentro, jugueteó con la idea de dedicarse a la pintura y dejar la música. Es preferible que dibuje, porque así discute menos. Esa noche a mediados de marzo, Charly tenía ganas de pura autoindulgencia. Ganas de no estar de acuerdo jamás y tomar examen permanente.
–¿Sabés quién es Pete Townshend?
–Sí.
–Ah, bueno. Porque ahora nadie sabe nada. Saben de Shakira, de Juanes, de esos colombianos sin apellido, pero de artistas y músicos de verdad, nada. ¿Sabés inglés vos?
– Sí.
–¿Sabés qué dice Andrew Loog Oldham del riff de “Break It Up” [una canción de Kill Gil] ?
– ¿Qué dice?
–Que es el mejor que escuchó después de “Satisfaction”. Anotá eso. Poné eso.

El buen humor dura poco. Sigue rabioso y ahora escupe sobre discos de Pink Floyd. Trabaja duro para portarse como un ser odioso con caprichos de hijo único: a veces dan ganas de pegarle cuatro gritos. No es que surtan efecto alguno. Charly pelea: es mejor que estarse quieto, es mejor que ser un vigilante. Se pone peor cuando recuerda lo que pasó en La Trastienda. Resulta que tocó bastante, y después se bajó del escenario; al rato, quiso volver y amagó con un show de 24 horas, o por lo menos de tiempo indeterminado. Las versiones a partir de acá son varias, pero lo que es seguro es que al menos alguien le dio un trompazo de lleno a García. Hay algo que a Charly le duele más que las piñas de esa noche, incluso más que el portazo que le dieron en la cara al día siguiente, cuando se presentó para continuar con el ciclo de shows que, de forma sugestiva, se llamaba “Olvidate del rock nacional”. Le duele que sus pares y los medios y mucha gente hayan salido a señalarlo, a “preocuparse”, en vez de solidarizarse. “Me pegan por querer tocar hasta cuando se me cante. Me pegan por romper guitarras. ¿No vieron MTV? Después me pusieron un guardaespaldas cuando fui a ver a Björk para que no armara quilombo. Igual fui al backstage y le dije a la islandesa que ella no me llegaba ni a los talones. Me miraba, no entendía nada. Son una hijos de puta: a Luis Alberto [Spinetta] no lo dejaron pasar porque no tenía entrada.”

''Me pegan por querer tocar hasta cuando se me cante.Me pegan por romper guitarras. ¿No vieron MTV?''

Charly no acepta mostrarse domesticado en nada. Sus pares son el Jimi Hendrix que incendió su guitarra, el Keith Richards que casi va preso de por vida en Canadá por tráfico de heroína, el Prince que reemplaza su nombre por un signo y se pelea con las discográficas escribiendo “esclavo” en su frente, el John Lennon que asegura que los Beatles son más famosos que Jesús. Ese fuego permanentemente avivado es rock, dice Charly, y tiene razón. “Hay gente que se cae de una silla y se mata. Yo me tiré de un piso nueve”, y sonríe, y lo que parece estar diciendo es que él no sigue aquella máxima atribuida a Gustave Flaubert que dice algo así como que uno debe ser ordenado y aburrido en la vida personal –un burgués– para ser revolucionario en su arte. García vive en la incomodidad, el límite y el riesgo, y produce desde ahí. No es un lugar tranquilizador, no es artista tranquilizador, y él no está para nada tranquilo.

“¡Anota!”, grita Charly y señala con el dedo el cuaderno. Se balancea sobre la cama y proclama su decálogo nuevo.

1. La entrada es gratis, la salida vemos.
2. La vanguardia es así.
3. Mi capricho es ley.
4. Lo único que se les pide es obediencia y amor.
5. Si cobro más barato, me encuentro con gente que conozco.
6. De todo genio nace un cretino (Adolf Hitler).
7. Say No More no escucha, emite.
8. Y si no te gusta, te podés matar.
9. Esto es la medida musical contra la cual se compara el resto de la música llamada rock pop hip-hop house Pettinato Leo García Mimi Maura y Björk.
10. Maradona.
11. (Bonus) Los de Palermo Hollywood se visten como plomos de Oasis.

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