lunes, 22 de septiembre de 2008

LA MEJOR ENTREVISTA NUNCA LEIDA A CHARLY... " Y POR FAVOR LLOREN" 1

Parte 1 .. espero no les de pereza leer ... ultimamente eso tambien es parte de la mediocridad que tanto critica charly ... de verdad se las recomiendo . say no more .Yo soy un genio, no tengo por qué vivir en una cama, dice Charly García y la palabra “cama” es una escupida que queda suspendida como espuma de pura rabia en el agujero sin dientes que le dejó en la boca la infame paliza propinada por los patovicas de La Trastienda en diciembre del año pasado. Está muy enojado, y encima desde enfrente, por la ventana, entran las ondas de una antena de radio que, me cuenta, emite pura maldad. Total interferencia. La mujer maniqui contra la pared es roja y tiene un agujero en el pecho. Charly está sobre la cama y no se mueve de ahí porque tiene todo lo que necesita al alcance de la mano; Charly no va de la cama a ninguna parte, ni siquiera al living, que aparece inmaculado y limpio en comparación con el caos de su cuarto-cueva. Sobre la cama muchos CDs –la mayoría en blanco, sin clasificar, mezclados y manoseados–, dos botellas de whisky a medio tomar, papel blanco para dibujar, cigarrillos, la belleza de Mecha, su novia modelo, ceniza y restos de cigarrillos, papel para armar, y los masters de Kill Gil, el disco que no puede salir y que escucha obsesivamente en un equipo anticuado y reciclado a lo García, negro y rojo, con todos los circuitos al aire. “Está todo mal”, dice y mira indignado, con el dedo medio en un fuck you que sería tierno o desafiante si viniera de un adolescente, pero la sensación es más compleja porque se trata de un hombre de 55 años que desborda talento y furia, mientras se balancea de atrás para adelante sobre esa cama inquietante. El que lo visita tiene que sentarse frente a la cama, y puede elegir entre una silla de plástico desvencijada o una banqueta de baterista. También (claro, si Charly lo permite), el visitante podría sentarse sobre esa cama tan inmóvil, pero el colchón está vencido y sólo soporta el magro peso de su dueño. Además, no hay lugar para ubicarse entre los montones de diarios apilados. Y la forma en que Charly pone al mango su nuevo disco para evitar charlar cuando no tiene ganas de charlar también es expulsiva. La cama hace recordar a aquella radio a todo volumen. Sólo que ahora la prisión es suya, y la música no es apacible. García grita sobre su propia canción, “No importa”, que abre Kill Gil, pop pesado que suena brutal. Hace cuernos con los dedos, mira a los ojos y escupe: “No importa si te querés ir/ No importa si estás/ No importa si querés venir/ No importa si vas/ No importa la revolución/ No importa Chopin”. Esa letra es una trampa, porque a Charly le importan muchas cosas y se hace una mala sangre espantosa por cantidad de cuestiones, desde la carrera musical de su hijo Migue hasta la mediocridad –o más bien nulidad, en su opinión– del rock argentino, pasando por, obviamente, la imposibilidad de lanzar Kill Gil, la estupidez irreparable de la gente y el hecho desconcertante de que está quebrado, de que no tiene plata. Hoy mismo, a diez años de la tapa fundacional de esta revista, es difícil dar con él: tiene el teléfono cortado por falta de pago –al menos así fue durante las dos semanas en que se hizo esta entrevista–, y sus contactos con el afuera son muy escasos: para hablar con Charly hay que llamar al celular de su empleada, y a veces al de su prima (eso depende de cómo esté la relación entre ellos, que es algo explosiva). También se puede llamar al celular de la hermosa Mecha, la morocha de piernas largas y ojos gatunos que lo acompaña, pero no es tan fácil: en nuestro primer encuentro, Mecha no podía encontrar las llaves entre la acumulación de cosas y basura de la habitación de Charly, así que bajó sólo para avisar que no se podía entrar –ni salir– hasta que volviera la prima Adriana con su propio juego de llaves. –¿Y podés llamarla por teléfono, tiene celular? Le tocamos el timbre al encargado. Atiende su esposa. Cuando escucha que vienen a ver al señor Charly García dice, con un malhumor espantoso, que el encargado está durmiendo y buenas noches. Mecha confirma que tienen una mala onda atroz. –Compremos una tarjeta para tu celular, dale. –Dame un rato más a ver si encuentro las llaves. Ya vengo. Aparecen, finalmente. No es nada raro ni escandaloso que uno no pueda encontrar sus llaves, claro; pero la sensación de extrañeza flota cuando los signos de aislamiento se acumulan y la obsesión de Charly por la prisión, por el encierro, empieza a cobrar una forma que espanta. Al departamento de Santa Fe y Coronel Díaz se entra por la puerta de servicio, que hay que abrir a los empujones; la principal está cancelada porque se perdió la llave –y nadie la reemplaza– y además está rota de alguna forma que la inutiliza; aunque seguro es fácil repararla, el problema es quién podría hacerlo, porque a Charly qué le importa. Para amantes de las metáforas eficaces: la puerta principal no se puede abrir, la de servicio no se puede cerrar. En la heladera, hay Coca-Cola y Fanta para su vodka. Comida no, al menos a la vista. El televisor está roto, decorado a lo García también, en el medio del living, con el tubo agujereado. Ya no es eléctrica compañía sino un cacharro pintado. El único sillón perdió tanta goma espuma que ya es casi un banco de plaza. Es posible que Charly García sea la única estrella de rock que vive así, en una intemperie cotidiana de la que reniega a gritos, aunque de a ratos insiste con su idea fuerza, el combustible para este caos que él mismo motoriza: que la música no está para hacer plata. De todas las profecías sobre su mediana edad escritas cuando era joven, la más errada es aquella de “una vejez sin temores y una vida reposada”. A veces da la impresión de que Charly vive exclusivamente de música; no sólo para la música, eso está clarísimo hace mucho, sino que la música es su alimento, su materia vital. Alguna vez dijo que la música existe en este planeta porque hay aire: el universo es todo silencio. ''Los unicos que no me cagaron fueron las putas, la policía y los fans. Todos los demás me cagaron. Quiero que el país me arregle esto, que alguien me lo arregle. Yo no puedo.''

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